Parque Nacional Mochima, Venezuela
El mar olía como una vela hinchada que hubiera aprisionado agua, sal y un sol frío. El mar tenía un olor sencillo, pero al mismo tiempo grande y singular, por lo que Grenouille no sabía si dividirlo en olor a pescado, a sal, a agua, a algas, a frescor, etcétera. Preferiría, sin embargo, dejarlo entero para retenerlo en la memoria y disfrutarlo sin divisiones. El olor del mar le gustaba tanto, que deseaba respirarlo puro algún día, y en grandes cantidades, a fin de embriagarse de él. Y más tarde, cuando se enteró de lo grande que era el mar y que los barcos podían navegar durante días sin ver tierra, nada le complacía tanto como imaginarse a sí mismo a bordo de un barco, encaramado a una cofa en el mástil más cercano a la proa, surcando el agua a través del olor infinito del mar, que en realidad no era un olor, sino su aliento, una exhalación, el fin de todos los olores y disolviéndose de placer en este aliento.
El Perfume
Patrick Süskind
1 comentario:
Que belleza... de verdad que me encantaría dejar el departamento temporario en capital federal en donde vivo en medio de la ciudad, para irme a un lugar donde pueda mirar por la ventana y ver la paz que se ve reflejada en esta imagen!
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